Mi viejo me dijo un día que tenía algo para mí, yo le pregunté reiteradas veces qué era. Hasta que me comentó que se trataba de un curso de robótica.
Ya desde chico me gustaban las máquinas. Me preguntaban que quería ser de grande y dentro de un gran abanico de respuestas, donde figuraban astronauta, corredor de carreras, trabajar en la cooperativa como mi papá, la particular carrera de Ingeniero en robótica se llevó toda mi atención.
Así que fuimos a preguntar al sindicato de Luz y Fuerza en diciembre y tuve la oportunidad de hablar con el profesor Ariel meses antes de la charla informativa sobre el curso.
Espere hasta fines de febrero para inscribirme, ya que no tenía mi documento y necesitaba dos fotocopias.
Comenzaron las clases y el curso también, no sabía bien qué esperar, no había ninguna persona que me parezca familiar. Pero como ninguno se conocía era lo mismo que si fueran amigos de toda la vida.
Éramos unos veinticinco y digamos que las primeras clases eran un filtro. El profe Ariel nos daba con un caño, Ley de Ohm, cuentas a lo loco y pensábamos que todo el año iba a ser así. Aunque nada que ver con lo que venia después: los temas eran para asustar nada más pero bastantes resistimos. De los que estábamos pasamos a quince personas, algunos que entraron unas semanas tarde se sumaron y tuvieron que aprender todo lo que nosotros sabíamos en una o dos clases.
Lo mejor es que el grupo. Es espectacular, muchos no esperaban entrar en
Robótica, habían querido anotarse en Electricista matriculado pero no pudieron porque estaba lleno.
Y como dije la peor parte fue el principio, todas esas cuentas parecían no tener sentido, sin embargo cerraron cuando practicamos nuestros primeros circuitos. Una luz de Led que encendiera era un logro importantísimo, como también lo fue que funcione sin quemarse porque se corría la voz de que el que quemaba un Led pagaba el asado.
En esos momentos empezó la parte divertida y nos incentivó a concurrir a todas las clases para aprender algo nuevo y llegar a manejar cualquier tipo de componente que necesitemos para armar lo que se nos ocurra, mas allá de que no se mueva y solo prenda luces.
La mayor satisfacción es que lo que sea que armes funcione y poder mostrarlo a los demás.
Martin Laboratto
2°”B” Hu.Soc.
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