lunes, 4 de octubre de 2010

Los mejores comienzos implican impactantes finales.

Tiempo: Junio de 2010.
Lugar: España, más precisamente mi departamento en Madrid.

Hoy recibí una llamada de mi madre, como cada semana, y me comentó qué tal están las cosas allá. Dijo que aún todos me recuerdan y que esta última semana aparecieron varios artículos periodísticos cuestionando mi paradero.
El 16 de junio se cumplieron 25 años de mi ausencia y la única persona que sabe la verdad y con la que tengo contacto es ella.
Todo fue muy raro. Una noche, mientras trabajaba en la Colonia Montes de Oca, observé extraños movimientos en el exterior del pabellón: de adentro salía un médico con 3 enfermeros, que llevaban una conservadora cada uno. Decidí investigar. Esperé a que los trabajadores se fueran y bajé al sótano. Allí había varios elementos similares a los ya vistos y aún hoy maldigo el día en que mi curiosidad me llevó a quitar aquella tapa. Encontré lo más horroroso que en mi vida había visto: órganos. Pero no fue eso lo que me espantó, ya que por mi profesión me había acostumbrado a estar en contacto, lo realmente alarmante fue oír personas tras la puerta hablando de aquel tráfico que realizaban con las partes extraídas a pacientes ya fallecidos.
Logré esconderme y, a penas se retiraron, procuré oír pero… ¿A dónde iría?¿Cómo desaparecer sin que nadie sospeche de lo que había presenciado?
Pues bien, hablé con mi madre, mi fiel amiga y consejera y ambas acordamos que me escaparía. Abandonaría mi documentación, mi familia, toda mi vida y me mudaría a un lugar muy lejano para no regresar jamás.
A la medianoche siguiente, mientras cumplía mi labor, me retire a escondidas de todos y con la ayuda de un viejo amigo llegué hasta la ciudad de Buenos Aires donde tomé mi primer avión a España.
Todos se percataron de mi desaparición y mi mamá desempeñó perfecto su rol al fingir no saber nada.
Hoy en día me encuentro muy bien, mi nombre ahora es Rita Solanas y trabajo como secretaria para un importante empresario. No he logrado formar una familia pero estoy plenamente satisfecha con mi nueva vida. Por momentos me arrepiento de no haber denunciado aquel crimen pero el bienestar de mis seres queridos estaba en juego. No tuve opción y por eso tome aquella dura y drástica decisión.

Mura, Florencia. 2° “B” Hu.Soc.

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