¿Y qué es ganar?
Cuando tenía 6 años mi abuelo y mi hermana me inculcaron la pasión por el fútbol. Mi mama me prometió que si aprobaba el examen de ingreso de computación me mandaría a fútbol y sorprendentemente sin que lo esperara lo rendí con un 10 (diez); allí comenzó mi historia de fútbol en la canchita de Santa Elena. Era una escuela humilde, pero con el objetivo de educarnos y enseñarnos a jugar a la pelota.
Yo estaba muy entusiasmado: comenzaría el campeonato y era mi oportunidad, pero para mi sorpresa nos iba muy mal. Perdíamos todos los partidos y mi papa al verme tan desmotivado, me decía: “en la vida hay que saber ganar y perder”
Cuando nos tocó jugar el partido contra Jorge Newbery nos dimos cuenta que era un rival muy difícil y un clásico en el barrio el quinto. Su equipo estaba muy preparado, tenían botines, camisetas seleccionadas y tenían un buen estado físico, nosotros lo único que teníamos era a “el Bocha” un entrenador a cargo de todos nosotros.
Jugamos ese partido con alma y vida pero no alcanzo, nos golearon 13 a 0, y la regla que puso ACIFO – Asociación Infantil de Fútbol del Oeste - fue que solo se aceptarían 7 goles. En ese momento me acerque a mi papa y le dije: “yo ya se perder, pero ¿Cómo es ganar?”. Sorprendido mi padre me explico que no todo estaba perdido, que ya iban a venir mejores resultados.
Al año siguiente enfrentamos al mismo equipo, mejor preparados y que fue allí donde ganamos 2 a 1 y los padres de nuestros compañeros como festejo de nuestra victoria nos hicieron un asado.
Federico Melo
3° A Naturales
La Cajita de Cristal
Hay momentos únicos en la vida que aunque pasen los años nunca se olvidan y en esos recuerdos de la infancia tengo presente cuando disfrutaba con mi familia y mis vecinos una tarde de bicicleteada en el campito frente a mi casa. Las bicicletas para nosotros y el mate para los grandes en esos atardeceres de verano eran indispensables. Yo andaba en mi pequeña bicicleta violeta, cuando escuche a mi papa decir: “¿Qué te parece si le sacamos las rueditas?”, me puse muy contenta, aunque después no podía sostener el equilibrio y me daba un poco de miedo, entonces mi papa me tomo por los hombros y me ayudo a mantenerme, hasta que escuche a mis amiguitos que se reían, claro, era porque estaba andando sola sin ayuda de nada ni nadie.
Qué lindo sería volver a vivir ese momento, pero esa etapa de la vida se cerró y comenzó una diferente y con otras responsabilidades. Por eso los momentos de mi infancia los guardaría en una cajita de cristal, aunque sin duda los guardo en mi corazón.
Camila Guerrero
3°A Naturales
El Clásico
Entre los recuerdos de mi niñez, sin dudas el mas emocionante es el famoso “Clásico” de barrios de Juan XXIII y San Bernardo.
Era una tarde de verano común y corriente en “El Juancho”, como se le sigue diciendo al lugar donde me crié; donde el sol calentaba las calles de tierra y el calor se hacia cada vez mas apremiante,”la siesta” como ya se sabe, lo mas amado por los adultos. Yo estaba en casa para esconderme del calor de la tarde, en ese momento suena el timbre, cuando salgo, estaban todos los chicos del barrio; me dijeron que vaya a buscar mi bicicleta rápido que en el camino me iban a explicar.
Había empezado la pedaleada, y los muchachos me dijeron que íbamos a jugar contra los del barrio de enfrente; no era un partido mas para ninguno de nosotros, se jugaba ida y vuelta y para ponerle una cuota mas de emoción, el perdedor pagaba la gaseosa; el trofeo mas anhelado por cualquiera en una tarde soleada de verano.
Cuando llegamos a la cancha de ellos, la diferencia con la nuestra era abismal, ya que íbamos a jugar en la cancha oficial del barrio, la de la liga de A.C.I.F.O., en el partido que nos toco de visitantes nos dieron una paliza, no podíamos creer lo mal que jugamos. Al día siguiente, de locales, dejamos todo en la cancha, y logramos ganar por la mínima diferencia.
Estábamos empatados había que ir a penales para definir el clásico. Ya habíamos pateado todos, faltaba la ultima tanda, solo uno de cada equipo; el mayor del nuestro Nicolás, y de ellos un gordito, el gordo tiro la pelota al demonio, si Nico metía ganábamos la “Coca” y así fue.
Nunca voy a olvidar sus caras viendo como disfrutábamos de una gaseosa helada
Juan Ignacio Kendall
3ºA Naturales
El cuento anterior surgiò a partir del audio de Alejandro Apo leyendo el cuento de Eduardo Sacheri:
Jugar con una tango
Los invitamos a escucharlo